El segundo sentido se refiere a que la palabra ethos fue utilizada desde Aristóteles para designar dos variantes. La primera como ethos “uso, hábito, costumbre (moralmente buena)”, y que para la polis (ciudad-estado independiente) era el actuar éticamente en la medida en que siguen las normas del “código moral” reconocido. Sin embargo, paralela a esta variante, se presenta otra cuando se dice que “actúa éticamente no aquel que se adapta acríticamente a las reglas de comportamiento y escalas de valor heredadas, sino quien eleva a hábito invariable hacer lo que sea en cada caso el bien determinándolo a partir de su propia inteligencia y reflexión; es ahí cuando el ethos se convierte entonces en éthos igual a carácter, sentido que afianza como actitud básica la virtud” (Pieper, 1991, p. 22).
Esta segunda acepción también es asumida por Aranguren (1981), al considerar algunas ideas de Xabier Zubiri, cuando éthos significa “modo de ser” o “carácter”, es decir, “lo ético comprende, ante todo, las disposiciones del hombre en la vida, su carácter, sus costumbres y, naturalmente, también la moral”.